
Narrando nuestro pasado, desde Caral hasta los Incas
Inkariy: escenas del Perú precolombino
Bajo la protección del Apu Pitusiray, en la vía que conecta Calca con Urubamba, una gran escultura inspirada en el Señor de los Báculos impone respeto. Simboliza el Inkariy, personaje mítico que la tradición oral andina se ha encargado de preservar y que hoy se yergue como ícono de una apuesta museográfica en pleno Valle Sagrado.
El proyecto –bautizado Museo Inkariy, y cuya licencia como tal está aún en vías de aprobación– lleva el apellido Mérida estampado, pues ha sido emprendido por los descendientes de Edilberto Mérida Rodríguez (1927-2009), el artista cusqueño que, junto a su hijo Édgar, desarrolló por cinco décadas una corriente de arte indigenista que, modelando el barro, creó esos personajes de cabeza, manos y pies exagerados, casi burdos, aunque cargados de protesta, incluso dolor.
Pero hoy es otro el discurso que comparte la imaginería creada por la tercera generación de esta familia de artistas cusqueños, en su búsqueda por revalorar la riqueza de un pasado que debe su grandeza no solo al imperio incaico, sino a las culturas que lo antecedieron.
MUSEO URGENTE
Edilberto Mérida Pilares es el mayor de los hijos de Édgar, y aunque su formación artística le ha permitido ejecutar el arte ceramista de la familia, trabaja más en proyectos de implementación de museos y galerías en el Perú y el extranjero, además de cine y publicidad. Conocer experiencias foráneas lo animó a idear junto con su familia un proyecto que ayude a un mejor conocimiento de nuestra historia precolombina.
“Como artistas, como cusqueños, vimos que faltaba esto en Cusco, siendo capital cultural de América y el centro arqueológico más importante de la región”, nos dice Edilberto, quien junto a su padre y sus hermanos Miguel, William y Paloma trabajaron una maqueta en 3D, cuando ni recursos tenían para levantar su sueño. Con el tiempo, y viendo que ninguna entidad pública podría comprometerse con este proyecto, decidieron ejecutarlo ellos mismos. Vendieron todo lo que tenían en Lima y se mudaron a Calca, en el Valle Sagrado.
MIRADA PANORÁMICA
Cinco años le tomó a los Mérida trabajar las 120 figuras de tamaño natural, hechas en barro y vaciadas en fibra de vidrio, que el visitante encuentra en las ocho salas dedicadas a las culturas Caral, Chavín, Paracas, Mochica, Nazca, Wari, Lambayeque-Chimú, hasta llegar al imperio Inca. Cada sala está dividida en dos ambientes: en uno se exhiben reproducciones que dan una breve introducción a la cultura; en otro, figuras de apariencia muy natural sirven para escenificar un momento que guarda perfecta relación con lo anteriormente visto.
Bruno Alva fue uno de los responsables de este montaje, que considera como la experiencia más importante de su carrera. El joven museógrafo –que también trabajó la remodelación del Museo Amano– nos cuenta que el Proyecto Museo Inkariy fue un trabajo en equipo que tomó poco más de un año, desde conceptualizar el tema arqueológico, el planeamiento y diseño de recorrido general, la construcción de estructuras y definir personajes y vestimenta, más otro tanto dedicado a la gráfica, que estuvo a cargo de Arturo Higa. No obstante, los Mérida consideran que Inkariy vio la luz después de una década de trabajo.
Fuente: (El Comercio)
Fecha de publicación: 19/08/2015