El legado del desierto

A partir de hoy, La República lanza la colección ‘Culturas antiguas del Perú’. Para esta primera entrega conversamos con la arqueóloga Ruth Shady, la descubridora y guardiana de la ciudadela de Caral, la civilización más antigua del Perú y América.

Hace casi 21 años, una arqueóloga, hija de un agrónomo nacido en Praga -que cambió su apellido para escapar de la Segunda Guerra Mundial- y una limeña, revolucionó la historia, con un par de rasquetas, y un equipo de cuatro estudiantes universitarios.

Épocas donde el Valle de Supe era un paraíso inexplorado y la carretera, un terral inaccesible. Tampoco había luz, agua ni desagüe. Impulsada por sus pasiones, Shady acampaba donde la cogiera la noche para continuar con sus investigaciones.

Fueron años de tenacidad donde confiesa haber sufrido más de un rechazo por su condición de mujer.

En 1997, con ‘La ciudad Sagrada de Caral-Supe en los albores de la civilización en el Perú’, Shady sustentó lo que luego sería un hito mundial: que Caral -182 kilómetros al norte de Lima, 23 km del litoral y a 350 msnm- y una antigüedad de cinco mil años es la civilización más antigua del Perú (en ese momento era Chavín) y América. Años después, en el 2009, sería elevada a Patrimonio Mundial de la Unesco.

Contra todo

Un punto rojizo a la altura del corazón es el doloroso símbolo de lucha que Shady lleva en el cuerpo. Una mañana del 2002, mientras viajaba en una camioneta junto a un par de estudiantes para pagarle a sus trabajadores, dos encapuchados la sorprendieron en el desvío de Végueta. El chofer apretó el acelerador, saltó las piedras; sin embargo, comenzaron a disparar. Él sufrió una herida en la pierna y ella en el pecho.

Llegó al hospital de Barranca, con la ropa ensangrentada. Buscaron la bala, mediante radiografías, pero nunca la encontraron. Al año siguiente le aparecieron tumores. Pero no la mataron. No era su hora, increíblemente.

En mayo pasado, ‘Paloma’, perra guardiana de Caral, apareció ahorcada. Fue un aviso, debido a las denuncias que Shady hizo contra los traficantes de tierras que quieren ingresar a la zona.
Por eso, cada vez que la arquéologa quiere entrar al valle pide resguardo policial. No se lo dan siempre, a pesar de las amenazas. La ciudadela es custodiada por un solo vigilante al que no relevan de inmediato y, por ende, hay horas sin protección alguna.

«Te soy franca: tengo miedo. Pero continúo porque vivo enamorada de Caral, y no quiero desanimar a mis alumnos universitarios», dice.

Presente y futuro

Ese amor genuino la llevó a diseñar un Plan Maestro en Caral, no solo enfocado en la parte histórica sino en la social, vinculando al entorno para que el poblador se sienta identificado y orgulloso.

Fruto de ello, son sus proyectos con los agricultores de la zona, destacando el cultivo de algodón de colores, y las prácticas ancestrales de tejido como palito de crochet y telar de cintura.
«Estoy convencida de que el patrimonio cultural es motor de desarrollo. Ya es hora que de que aprovechemos la riqueza a lo largo y ancho del país».

Este 23 y 24 de octubre se celebrará el 21 aniversario del descubrimiento de Caral, con el ritual tradicional de pago a la tierra. Que la llama no se apague nunca.

Fuente: (La República)

Fecha de publicación: 20/09/2015