Estas poblaciones, además de poseer modos de vida y culturas distintivos, tuvieron diferentes ritmos de desarrollo.
Las evidencias recuperadas en Caral y otros asentamientos del valle de Supe, como Áspero, Miraya, Lurihuasi y Chupacigarro, así como Vichama en el valle de Huaura, han cambiado la historia del Perú, al mostrar que hace 5000 años, en el área norcentral, se formó una civilización de una antigüedad comparable a las del Viejo Continente.
Posteriormente, el desarrollo de la civilización andina se manifiesta también en la región norte, en Lambayeque, donde la población construyó el asentamiento denominado El Ventarrón. En este último lugar, hace 4000 años, los pobladores diseñaron y erigieron edificios de barro, ornados con pintura mural y motivos que - según Ignacio Alva - reflejan los recursos aprovechados en ese tiempo. Con las evidencias de este sitio se identifica un estilo y tradición local, frente a las otras tradiciones culturales del Arcaico Tardío, como Kotosh y Caral.
Por ese tiempo, la civilización se extendió, también, al área central-sur, como lo evidencian sitios como Bandurria o Chuquitanta.
En las otras áreas del Perú y de América, que estaban igualmente pobladas, sus habitantes mostraban un estadio menor de desarrollo.